
A veces siento tristeza por personas cercanas a mí que sé que no han tenido aún su segundo nacimiento. Sólo experimentándolo puede saberse de qué se trata y cuando esto ocurre no queda ningún lugar para la duda.
Ahora estoy leyendo un libro llamado Jesús el Hijo del Hombre, de Jorge Speroni, es una biografía novelada de Jesús de Nazareth. Me ha impresionado el capítulo en el que se refiere a las doce discípulas. Nunca me había detenido a valorar las enseñanzas de Jesús con respecto a las mujeres, es que en realidad Él no dio ninguna pauta sobre el tema, simplemente porque siempre las consideró iguales a los hombres ante los ojos de Su Padre.
Pero volviendo al libro, me emocionó mucho descubrir, que de las doce mujeres que se volvieron evangelistas y que en aquellos tiempos predicaron la llegada del Nuevo Reino, ninguna lo traicionó. A diferencia de los hombres evangelistas, las mujeres permanecieron fieles al maestro hasta el fin de sus días y después también.
La discriminación hacia el género femenino era tan grande en esos tiempos, que lo que el maestro enseñó al respecto se fue perdiendo rápidamente, pero lo verdaderamente importante siempre permanece. Las mujeres podemos percibir con mayor facilidad a cristo en nuestro interior. La humildad, la tolerancia, la flexibilidad y el amor que como madres tenemos en abundancia, hacen que esto sea posible.
En manos de las mujeres está criar niños que se vuelvan hombres y mujeres íntegros, amantes de su prójimo, para que formen parte de la Nueva Tierra.
Foto Vía: Pinturas del Sonia Koch
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