Paramahansa Yogananda, encarnación del amor.
Maestro que has ayudado con tu poesía a miles y miles de personas en todo el mundo en el camino de regreso a casa. Siempre estás en mi corazón. Siempre estaré a tu lado, así como tú has estado cerca de todos los que te han requerido. Gracias por tu generosidad, tu alegría y tu gran compasión.
Este es un poema de Yogananda que me gusta mucho.
Cuando yo sea sólo un sueño
He venido a decirte todo acerca de Él,
y de como aprisionarlo en tu corazón,
y de las disciplinas que atraen su gracia.
A aquellos que me han pedido
que les conduzca a la presencia de mi Bienamado,
les apercibo con la muda palabra de mi mente,
o bien, les hablo con una suave mirada sugerente,
o también con un dulce murmullo de amor,
o en voz alta les disuado cuando de Él se apartan.
Pero cuando yo ya no sea sino sólo un recuerdo
o una imagen mental, o una voz que se escucha en el silencio;
cuando ningún llamado de esta Tierra pueda ya revelar
mi paradero en el espacio insondable;
cuando ni la súplica débil ni el mandato estentóreo
puedan ya obtener de mí respuesta alguna,
entonces, sonreiré en tu mente cuando estés en lo justo,
y cuando no lo estés lloraré,
y te estaré observando desde la oscuridad,
o quizá también llore con tu propio llanto.
Te hablaré en murmullo desde tu conciencia;
con tu propio raciocinio razonaré en ti,
y a todos amaré con tu propio amor.
Cuando ya no puedas hablar conmigo,
lee Susurros de la Madre Eterna;
eternamente te hablaré a través de ellos.
Caminaré a tu lado sin que lo sepas,
protegiéndote con mis brazos invisibles.
Y cuando por fin conozcas a mi Divino Amado,
y puedas escuchar su voz en el silencio,
me conocerás de nuevo en forma más tangible
que cuando me conociste en el plano terreno.
Y aunque yo sea sólo un sueño para ti,
vendré a recordarte que tú también
eres solamente un sueño de mi Bienamado.
Y cuando sepas que sólo eres un sueño, como ahora lo sé yo,
estaremos por siempre despiertos en Él.
y de las disciplinas que atraen su gracia.
A aquellos que me han pedido
que les conduzca a la presencia de mi Bienamado,
les apercibo con la muda palabra de mi mente,
o bien, les hablo con una suave mirada sugerente,
o también con un dulce murmullo de amor,
o en voz alta les disuado cuando de Él se apartan.
Pero cuando yo ya no sea sino sólo un recuerdo
o una imagen mental, o una voz que se escucha en el silencio;
cuando ningún llamado de esta Tierra pueda ya revelar
mi paradero en el espacio insondable;
cuando ni la súplica débil ni el mandato estentóreo
puedan ya obtener de mí respuesta alguna,
entonces, sonreiré en tu mente cuando estés en lo justo,
y cuando no lo estés lloraré,
y te estaré observando desde la oscuridad,
o quizá también llore con tu propio llanto.
Te hablaré en murmullo desde tu conciencia;
con tu propio raciocinio razonaré en ti,
y a todos amaré con tu propio amor.
Cuando ya no puedas hablar conmigo,
lee Susurros de la Madre Eterna;
eternamente te hablaré a través de ellos.
Caminaré a tu lado sin que lo sepas,
protegiéndote con mis brazos invisibles.
Y cuando por fin conozcas a mi Divino Amado,
y puedas escuchar su voz en el silencio,
me conocerás de nuevo en forma más tangible
que cuando me conociste en el plano terreno.
Y aunque yo sea sólo un sueño para ti,
vendré a recordarte que tú también
eres solamente un sueño de mi Bienamado.
Y cuando sepas que sólo eres un sueño, como ahora lo sé yo,
estaremos por siempre despiertos en Él.